
En un contexto difícil donde el turismo, a pesar de ser uno de los sectores económicos más dinámicos y complejos, viene alejándose de las políticas públicas, por considerarse una de las actividades más liberales hay que tomarse un respiro para reflexionar. Cuando un turista (consumidor de turismo y usuario de servicios) se acerca a una Agencia de Viajes o a un vendedor Free lance (como se le llaman a estos vendedores de calles no registrados) va en búsqueda de la compra de un viaje, que entre múltiples motivaciones y necesidades, se puede decir que su necesidad ultima: SER FELIZ EN SU TIEMPO LIBRE DE VACACIONES.
Contar con profesionales capacitados en las agencias de viajes no es una opción, sino una necesidad impostergable. La intermediación turística —es decir, el proceso mediante el cual se vinculan los prestadores de servicios con los consumidores— implica operar con productos intangibles, perecederos, y altamente sensibles a la calidad de la información y la confianza. Por eso, profesionalizar la actividad turística es clave para garantizar experiencias satisfactorias, seguras y éticamente responsables.
La complejidad de armar y vender experiencias
Diseñar un paquete turístico no consiste únicamente en agrupar vuelos, hoteles y excursiones. Implica conocimiento técnico, territorial, normativo y comercial, además de habilidades comunicacionales y de negociación. Un profesional del turismo comprende las dinámicas locales y globales del sector, maneja criterios de sustentabilidad, evalúa riesgos, conoce el marco legal vigente y está capacitado para resolver contingencias.
A diferencia de otros bienes, los servicios turísticos no pueden probarse antes de su consumo. Esta intangibilidad requiere una intermediación confiable, basada en el conocimiento y la ética profesional. Además, el turista compra una expectativa de experiencia, y el más mínimo error en la coordinación de servicios puede arruinarla por completo.
Intermediación turística: una labor profesional, no improvisada
Las agencias de viajes actúan como intermediarias entre múltiples proveedores (aerolíneas, alojamientos, empresas de transporte, guías, seguros, etc.) y el usuario final. Esta función exige criterios profesionales para garantizar que los servicios contratados cumplan con estándares mínimos de seguridad, legalidad y calidad. Sin estos elementos, crecen los riesgos de fraudes, estafas, informalidad y desprotección del consumidor.
Contar con personal graduado en Turismo, reconocido por el Colegio de Profesionales en Turismo de Entre Ríos que posea una formación específica en comercialización de productos turísticos, legislación del sector, planificación y gestión de destinos y servicios, también es importante ya que el Colegio y su normativa aportan un marco legal al consumidor, considerando la Ley 10808 y el decreto reglamentario que contiene el Código de Ética.
El rol del Estado: regulación y políticas públicas para proteger al consumidor
La reciente derogación de registros obligatorios de agencias en el ámbito nacional, a través del DNU 70/2023, si bien la Ley 18.829 era vetusta y difícil de sostener en la cobertura del territorio nacional, su ausencia ha debilitado los controles sobre la actividad, dejando a los usuarios más expuestos. Esta medida, lejos de promover la desregulación eficiente, ha abierto las puertas a la proliferación de operadores informales y plataformas sin garantías, por lo que las provincias y los municipios, que si tienen alcance territorial deben tomar cartas.
Si bien el consumidor cuenta con el marco legal para obrar ante un incumplimiento o estafa (Ley Nacional del Turismo 25997, Art 42 CN y la ley 24240 de Defensa del consumidor) frente a esta realidad, es indispensable que los gobiernos provinciales y municipales —como ya lo viene haciendo Mendoza, por ejemplo— impulsen sus propios registros, controles y protocolos de habilitación de agencias y prestadores turísticos, con participación activa de los Colegios Profesionales y asociaciones del sector.
También se vuelve fundamental implementar campañas de concientización dirigidas a turistas y usuarios, para que conozcan sus derechos y aprendan a identificar señales de alerta al momento de contratar un servicio turístico. Estas campañas deben explicar:
- Qué datos debe contener una oferta turística legal.
- Cuáles son los canales seguros de compra.
- Cómo verificar la trayectoria de una agencia.
- Qué respaldo ofrece una contratación con profesionales matriculados.
Profesionalizar para dignificar el sector
La falta de profesionalización en el diseño y la venta de paquetes turísticos afecta no solo al consumidor, sino también a los destinos, que reciben visitantes sin una preparación adecuada, y a los trabajadores del sector, que ven devaluada su profesión.
Promover el empleo de profesionales en turismo no es corporativismo: es una política de calidad, desarrollo y equidad. Es reconocer que el turismo no es un bien de lujo, sino un derecho cultural y social, que debe ser protegido mediante servicios seguros, informados y éticamente prestados.
En definitiva, el futuro del turismo entrerriano no puede construirse sobre la informalidad ni la improvisación. Exigir profesionales en las agencias de viajes, regular la intermediación de servicios y concientizar al consumidor no son medidas aisladas, sino pilares de un modelo turístico inclusivo, sustentable y seguro.
Impulsar estas transformaciones requiere del compromiso conjunto del Estado, las instituciones, el colegio de profesionales, las universidades y la sociedad civil. Porque un turismo con reglas claras, profesionales formados y usuarios informados no solo es posible y necesario: es urgente.
Consejo Directivo Colegio de Profesionales en Turismo de Entre Ríos